miércoles, 17 de noviembre de 2010

Teatro isabelino


El teatro isabelino

El teatro isabelino abarcó desde fines del siglo XVI hasta mediados del siglo XVII. Tuvo especial importancia en su desarrollo la reina Isabel I, quien tuvo gran relevancia en la historia europea de esos siglos. Isabel asumió el trono a finales del año 1558, en un país débil y venido abajo: Inglaterra tenía escasa población, era mal vista en el exterior y sufría graves problemas internos. Sin embargo, a pesar de todas estas dificultades, Isabel consiguió numerosos logros en su reinado. Llevó a Inglaterra a ser conocida como una gran potencia, consolidando el poder de la Monarquía, el poder en el interior del país, y, a su vez, desarrollando una política exterior más ambiciosa, que permitió un gran conocimiento económico que conllevó a la prosperidad del reino y de los sectores de la población más bajos. Dentro de todo este marco, en Inglaterra hubo un importante desarrollo cultural, que se manifestó en la gran cantidad de autores dramáticos, músicos, poetas y pensadores que surgieron.  Dentro de todos ellos va a resaltar William Shakespeare. Otros autores que se destacaron en esta época fueron Lyly, Christopher Marlowe y Ben Johnson.
En esta época, Inglaterra se caracteriza por la coexistencia de las costumbres populares y el perfeccionamiento de la cultura. Los famososgentleman[1] saben componer un soneto o una elegía[2] y a su vez manejar las armas. Pero lo que más destaca de esta época es el hecho de que las clases más humildes, como ser los comerciantes, artesanos y hasta los campesinos, están al alcance de los libros, pueden acceder a ellos y los compran y estudian. Aquí se ve cómo en el reinado de la reina Isabel I la instrucción se expandió: cada vez más personas podían acceder a la cultura, es decir, a los libros.
El gran desarrollo cultural que se dio en Inglaterra tuvo su mayor expresión en la difusión y expansión de los teatros populares, y el altísimo nivel de producción dramática. Anteriormente, el teatro era un espectáculo popular. Las obras eran representadas en los patios de las posadas. Pero estos lugares no eran muy adecuados, ya que el movimiento y la actividad de la posada dificultaban la representación, y, a su vez, en las reuniones multitudinarias había una mayor posibilidad de contraer la peste, enfermedad que era muy frecuente. Debido a todas estas desventajas, surgió una legislación para regular la actividad teatral, y se tornó complicado conseguir una licencia para poder hacer representaciones
teatrales. Todo esto fue el punto de partida para que se construyeran edificios destinados exclusivamente a las representaciones, esto es, el teatro. Estas construcciones eran más salubres, por lo que ya no se temía el contagio de la peste. A su vez, esto llevó a que el actor, que hasta ese entonces no tenía una profesión propiamente dicha, la tuviera.

El primer teatro, denominado simplemente The Theatre, se construyó en 1576. Más adelante se construyeron otros: The Curtain, The Rose, The Swan y The Globe. Este último, construido en 1599 y ubicado, como el resto, fuera de la ciudad, para evitar problemas con el Ayuntamiento de Londres, era el más famoso de todos, y fue el preferido de la compañía de la que formó parte William Shakespeare.
Todos estos teatros fueron construidos siguiendo el modelo de los patios de las posadas. Ninguno se conserva en su estado primitivo, pero existe la posibilidad de conocer con cierta aproximación su forma, gracias a algunas referencias de la época. Eran recintos de forma hexagonal u octogonal con un escenario medianamente cubierto que se internaba un poco hacia el centro de un arenal al aire libre circundado por dos o tres pisos de galerías. Este escenario tenía una parte trasera, que se usaba como camarines, y otra sección, llamada ‘entre cajas’ para la entrada y salida de actores. Estaba rodeado por dos o tres pisos de galerías; en el segundo piso se llevabas acabo algunas escenas simultáneas. La plataforma constaba de dos niveles, uno a poco más de un metro respecto a la arena, techado y sujeto por columnas, y otro un poco más alto con un tejado en el que se ocultaba el aparato necesario para manejar la tramoya y maniobrar la puesta en escena. Podía llevar una bandera e incluso simular una torre.
Estos teatros tenían un aforo muy respetable. Se ha calculado, por ejemplo, que The Globe podía acoger a alrededor de 2.000 espectadores

El público acudía al teatro pagando un precio variable según la comodidad del lugar en donde iban a ser ubicados. La entrada más barata exigía estar de pie y expuesto a los cambios meteorológicos; las más caras generalmente eran compradas por la nobleza. La zona más alejada, llamada ‘cielo’, era ocupada por los comerciantes, la aristocracia e incluso por la reina Isabel, que, de incógnita, presenciaba las obras, ya que amaba el teatro.
Las obras se representaban generalmente en los meses más cálidos, ya que una zona estaba al aire libre. Se hacían en las primeras horas de la tarde, para que la luz del sol pudiera entrar; los teatros no tenían techo.
No había, prácticamente, escenografía: sólo algunos accesorios o paneles. Los lugares en donde iba ocurriendo la obras se describían en ella, o se pasaba un cartel que indicaba cuándo había un cambio de espacio. Es por esto que las localizaciones cobraban vida más que nada en la mente del público. Debido a ello, la palabra, es decir, cómo el actor interpretaba a su personaje, era de vital importancia. Muchas veces se recurría a la sobreinterpretación en lenguaje, gesticulación y llamativa vestimenta.
En un principio, la condición social de los cómicos, en especial de la de los más humildes, no se distinguía fácilmente de la de un vagabundo o un mendigo. Con el tiempo, sin embargo, gracias a la apertura de los nuevos teatros, los actores de época isabelina fueron alcanzando mayor consideración social.
El oficio de autor dramático no estaba bien remunerado y todos los derechos sobre las obras pasaban a poder de las empresas que las representaban. El nombre del autor sólo se mencionaba (y frecuentemente con inexactitud) dos o tres años más tarde. Los escritores no disfrutaban, pues, del fruto de su trabajo, a menos que poseyeran acciones en la compañía, como era el caso de Shakespeare.

En cuanto a los actores, todos ellos eran hombres: las mujeres no podían actuar. En su lugar, adolescentes, o incluso nuños, interpretaban su papel. Generalmente, los actores se reunían en grupo y eran patrocinados por un noble. Este grupo llevaba el nombre del noble que lo patrocinaba. Así surgieron compañías como The Hudson Men (luego Lord Chamberlain’s Men), The Admiral’s Men, y The Queen’s Men.
En las obras generalmente se usaba el verso, y también se intercalaba la prosa. En ellas se mezclaban: tragedia, comedia y distintas tramas, convivían personajes de la realeza con los de las clases bajas, había música y danza, batallas y violencia. Los temas de las tragedias generalmente eran históricos.
El teatro inglés estaba basado en el teatro medieval y en las exigencias del público. Era un teatro en donde confluyeron la tradición popular medieval y la experiencia colectiva y social. A su vez, fue enriquecido por el Humanismo[3]. Gracias a esta corriente, en ésta época el hombre pasó a ocupar el centro de todas las cosas: hubo una gran individualización. En todo esto podemos ver que el teatro isabelino tiene tanto características renacentistas como barrocas.
Tras la muerte de Isabel I. en 1603, y el ascenso al trono de Jacobo I comienza para Inglaterra un período de fuerte crisis, que marcará el ocaso de una dinastía de los Tudor. Esto se reflejó en el teatro, que se volvió más oscuro y siniestro.

Shakespeare en el marco del teatro isabelino

Todo este gran desarrollo que se dio del género dramático y de la representación teatral en la época isabelina, fue el marco en donde William Shakespeare creó sus obras, y llegó a ser el dramaturgo más destacado de la época. William Shakespeare supo sacarle todo el provecho posible a esta influencia y, con ella, transformar al teatro, recuperando la profundidad y grandiosidad de un teatro clásico que se había perdido en la época medieval. Lo hizo, además, de una forma verdaderamente innovadora, pues rompió para siempre con las unidades clásicas del espacio, el tiempo y la acción. Se inspiró en autores latinos y británicos, hizo uso de la violencia y de la magia, sacó todo el provecho a los nuevos escenarios isabelinos y jugó con sus personajes alterando la tradicional preponderancia del protagonistas durante toda la obra.
En 1950, tal vez en colaboración con Marlowe[1], estrenó la primera parte de las tres de Enrique VI. Finalizando el siglo, se estableció en el teatro “The Globe” y en los años siguientes estrenó Hamlet, King Lear y Macbeth. Fue considerado por la reina, el público y la crítica como el primero de los autores dramáticos ingleses. Shakespeare desarrolló todos los géneros, siguiendo siempre los gustos del público, compuesto por los aristócratas y burgueses de Londres.
El teatro isabelino se caracterizó por los distintos niveles en los que gira la trama: se mezclan lo trágico, lo cómico, lo sobrenatural, lo real y lo fantástico. Esto en Shakespeare se puede observar de una manera muy clara. En la estructura de sus obras siempre aparecen puntos en compón: hay un héroe que ocupa el centro de los acontecimientos, y sus problemas llevan a otros sucesos. Pero ellos no son los únicos importantes, sino que hay otros personajes de igual grandeza. A su vez, se pueden observar los distintos niveles en los que gira la trama gracias a los sucesos que les ocurren a los personajes. Ellos viven distintas experiencias, a las que llegaron por la venganza, los celos, la ambición, la envidia.
A veces, se caracterizan por una expresión muy rica en imágenes, utilizando tanto prosa como verso. Esto fue así porque, por las condiciones de la escena isabelina, Shakespeare tuvo que atraer la atención del espectador con un cambio constante de los movimientos escénicos. Y para esto, lo que más utilizó fue la sorpresa dramática, es decir, invertir la expectativa del público.
En las obras de Shakespeare no se puede dejar de lado el trasfondo social en que fueron escritas. Era una época cerrada, en donde los problemas del individuo eran inseparables de los problemas del Estado. Pero gracias al Humanismo, y al proceso de individualización, el hombre, por sí solo, comenzó a ser el centro de todas las cosas. Shakespeare tuvo un período marcado por una profundización en su individualidad como autor teatral.
Finalmente, en esta época también se ve la presencia del bufón, un personaje importante porque a través de él, el autor puede opinar sobre cuestiones polémicas. Su presencia en la obra de Shakespeare fue ideal, ya que pudo criticar a la realeza, justificando esta crítica en la incapacidad del personaje.
En conclusión, por todo lo aquí dicho, se puede ver que Shakespeare no sólo perteneció al teatro isabelino, sino que incluso fue su máximo representante, alabado por la reina Isabel y por el pueblo, debido a la grandeza de sus obras.


[1] Escritor contemporáneo de Shakespeare, fue uno de los principales nombres del teatro isabelino. 

The Elizabeth Theater


The Elizabethan playhouse developed from the medieval inn with its rooms grouped around a courtyard into which a stage was built. This pattern was used in The Theatre, built by James Burbage in 1576: a square frame building (later round or octagonal) with square yard, three tiers of galleries, eache jutting out over the one below, and a stage extending into the middle of the yard, where people stood or sat on improvised seats. There was no cover over the yard or stage and lighting was therefore natural. Thus performances wew what we might consider the late matinees or early evening performances; in summer, daylight continues in London until around ten o’clock.
Other theaters were constructed during the ensuing years: The Curtain in 1577, The Rose in 1587, The Swan in 1595, and Shakespeare’s playhouse, The Globe, in 1599.
There was no real scenery and there were only a few major props; thus the lines of the play had to reveal locations and movement, changes in time or place, etc. In this way, too, it was easier to establish a nonrealistic setting, for all settings were created in words. On either side of the stage were doors, within the flooring were trapdoors (for entrances of ghosts, etc), and behind the main stage was the inner stage or recess. Here indoor scenes (such as a court or a bedchamber) were played, and some props could be used because the inner stage was usually concealed by a curtain when not in use. It might also have served to hide someone behind the ever-present- arras, like Polonius in Hamlet.
The ‘chamber’ was on the second level, with windows and a balcony.
On the third level was another chamber, primarily for musicians.
The four sides of the building looking into a large yard, the stage at one end of the yard. Tiers of galleries (or verandas), leading into inn bedrooms, would provide viewing-places for the ‘better sort’, while the common peolpe stand in the yard itself.

The plots of the Elizabethan plays were usually adapted from other sources. ‘Originality’ was not the sought quality; a kind of variation on the theme was. It was felt that one could better evaluate the playwright’s worth by seeing what he did with a familiar tale. What he stressed, how he stressed it, how he restructured the familiar elements-these were the important matters.
There is a mixture of verse and prose in the plays, partially because plays fully in verse were out of fashion. Elevated passages, philosophically significant ideas, speeches by men of high rank are in verse, but comic and light parts,speeches and scenes that move rapidly or simply give mundane information are in prose.

Actors
An acting company such as the Lord Chamberlain’s Men was a fellowship of ten to fifteen sharers with some ten or twelve extras, three or four boys (often to play women’s roles) who might become full sharer and stagehands. There were rival companies, each with its leading dramatist and leading tragic actor and clown. Some of the rivalry of this War of Theaters is reflected in the speeches of Hamlet, who also comments on the ascendancy and unwarranted popularity of the children’s companies in the late 1590’s.
The company dramatist, of course, had to think in terms of the members of his company as he wrote his play. He had to make use of the physical features and peculiar talents of the actors, making sure, besides, that there was a role for each member. The fact that women’s parts were taken by boys imposed obvious limitations on the range of action. Obviously,too, if a certain kind of character was not available within the company, then that kind of character could not be written into the play. The approach was decidedly different from ours today, where the play almost always comes first and the casting of roles later.


Shakespeare MACBETH Notes . Coles
Anthony Burgess ,English Literature. Longman