miércoles, 17 de noviembre de 2010

Shakespeare en el marco del teatro isabelino

Todo este gran desarrollo que se dio del género dramático y de la representación teatral en la época isabelina, fue el marco en donde William Shakespeare creó sus obras, y llegó a ser el dramaturgo más destacado de la época. William Shakespeare supo sacarle todo el provecho posible a esta influencia y, con ella, transformar al teatro, recuperando la profundidad y grandiosidad de un teatro clásico que se había perdido en la época medieval. Lo hizo, además, de una forma verdaderamente innovadora, pues rompió para siempre con las unidades clásicas del espacio, el tiempo y la acción. Se inspiró en autores latinos y británicos, hizo uso de la violencia y de la magia, sacó todo el provecho a los nuevos escenarios isabelinos y jugó con sus personajes alterando la tradicional preponderancia del protagonistas durante toda la obra.
En 1950, tal vez en colaboración con Marlowe[1], estrenó la primera parte de las tres de Enrique VI. Finalizando el siglo, se estableció en el teatro “The Globe” y en los años siguientes estrenó Hamlet, King Lear y Macbeth. Fue considerado por la reina, el público y la crítica como el primero de los autores dramáticos ingleses. Shakespeare desarrolló todos los géneros, siguiendo siempre los gustos del público, compuesto por los aristócratas y burgueses de Londres.
El teatro isabelino se caracterizó por los distintos niveles en los que gira la trama: se mezclan lo trágico, lo cómico, lo sobrenatural, lo real y lo fantástico. Esto en Shakespeare se puede observar de una manera muy clara. En la estructura de sus obras siempre aparecen puntos en compón: hay un héroe que ocupa el centro de los acontecimientos, y sus problemas llevan a otros sucesos. Pero ellos no son los únicos importantes, sino que hay otros personajes de igual grandeza. A su vez, se pueden observar los distintos niveles en los que gira la trama gracias a los sucesos que les ocurren a los personajes. Ellos viven distintas experiencias, a las que llegaron por la venganza, los celos, la ambición, la envidia.
A veces, se caracterizan por una expresión muy rica en imágenes, utilizando tanto prosa como verso. Esto fue así porque, por las condiciones de la escena isabelina, Shakespeare tuvo que atraer la atención del espectador con un cambio constante de los movimientos escénicos. Y para esto, lo que más utilizó fue la sorpresa dramática, es decir, invertir la expectativa del público.
En las obras de Shakespeare no se puede dejar de lado el trasfondo social en que fueron escritas. Era una época cerrada, en donde los problemas del individuo eran inseparables de los problemas del Estado. Pero gracias al Humanismo, y al proceso de individualización, el hombre, por sí solo, comenzó a ser el centro de todas las cosas. Shakespeare tuvo un período marcado por una profundización en su individualidad como autor teatral.
Finalmente, en esta época también se ve la presencia del bufón, un personaje importante porque a través de él, el autor puede opinar sobre cuestiones polémicas. Su presencia en la obra de Shakespeare fue ideal, ya que pudo criticar a la realeza, justificando esta crítica en la incapacidad del personaje.
En conclusión, por todo lo aquí dicho, se puede ver que Shakespeare no sólo perteneció al teatro isabelino, sino que incluso fue su máximo representante, alabado por la reina Isabel y por el pueblo, debido a la grandeza de sus obras.


[1] Escritor contemporáneo de Shakespeare, fue uno de los principales nombres del teatro isabelino. 

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